¿Es necesaria la figura del facilitador?

Preparando un trabajo para la Scrum Alliance me he encontrado con un joya, «Facilitator’s Guide to Participatory Decision-Making» de Sam Kaner.

Dice Sam Kaner que el trabajo del facilitador es ayudar a todos a dar lo mejor de sí mismos. Para hacer esto, el facilitador trabaja para conseguir la participación plena, promueve el entendimiento mutuo y cultiva la responsabilidad compartida. Al apoyar a todos, un facilitador permite a los miembros del grupo buscar soluciones inclusivas y construir acuerdos sostenibles.

¿Cuánto valor tiene esto para un grupo? La respuesta depende de los objetivos del grupo. 5177105_mlSupongamos que un grupo tiene reuniones específicamente con el propósito de intercambiar información a través de anuncios e informes. ¿Los miembros de ese grupo necesitan mucha ayuda para hacerlo lo mejor posible? Realmente no. Del mismo modo, supongamos que otro grupo realiza reuniones mensuales habituales para tomar decisiones rutinarias sobre problemas estándar, como asignaciones de tareas o programación. Esos tipos de problemas podrían manejarse durante años sin ningún tipo de facilitación.

Pero, ¿qué pasa con los retos más difíciles? Por ejemplo, supongamos que el objetivo de un grupo es reducir la violencia en un campus de la escuela secundaria. Los participantes son padres, maestros, administradores, etc. Este grupo descubrirá rápidamente lo difícil que es realizar una discusión sostenida y reflexiva. A pesar de un objetivo común, sus marcos de referencia son muy diferentes. Lo que a un padre le parece una solución obvia puede parecerle simplista a un administrador. Lo que parece razonable para un administrador puede parecerle cobarde a un maestro. Lo que parece responsable para un maestro puede exigir demasiado a un padre. ¿Cuál es la probabilidad de que este grupo encuentre soluciones?

Los grupos se enfrentan a desafíos difíciles todo el tiempo. La planificación a largo plazo es difícil de hacer bien. Lo mismo ocurre con la reestructuración o la reingeniería. Estos son algunos otros temas difíciles a los que se enfrentan los grupos: aclarar roles y responsabilidades para las personas involucradas en proyectos que no se han hecho antes; resolver conflictos de alto riesgo; introduciendo nueva tecnología en un lugar de trabajo. En situaciones como estas, es probable que un grupo tome decisiones más acertadas y duraderas si recluta a un facilitador que sepa cómo apoyarlo para que haga su mejor pensamiento.

La mayoría de las personas que trabajan en grupos no saben cómo resolver problemas difíciles solos. No saben cómo construir un marco compartido de entendimiento; rara vez reconocen su significado. Temen el conflicto y la incomodidad, y se esfuerzan por evitarlo. Sin embargo, al evitar la lucha para integrar las perspectivas de los demás, los miembros de dichos grupos disminuyen en gran medida su propio potencial para ser eficaces. Necesitan un facilitador.

Comenta también Sam Kaner que las cuatro funciones principales de un facilitador, son:

  • Alentar la participación plena.
  • Promover la comprensión mutua.
  • Fomentar soluciones inclusivas.
  • Cultivar la responsabilidad compartida.

Cuando un facilitador desempeña efectivamente estas funciones, los resultados son impresionantes. El facilitador fortalece las habilidades, la conciencia y la confianza de las personas que trabajan en ese grupo; el facilitador fortalece la estructura y la capacidad del grupo como un todo; y aumenta enormemente la probabilidad de que el grupo llegue a acuerdos sostenibles.

 

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